Por el bien de Veracruz

Por José Valencia Sánchez

Durante dos sexenios, el de Rafael Murillo Vidal  y el de Rafael Hernández Ochoa, los subsecretarios,  Manuel Carbonell de la Hoz y Carlos Brito Gómez, se desempeñaron como los hombres fuertes, por encima de los entonces secretarios de gobierno, Francisco Berlín Valenzuela, Luis Octavio Porte Petit Moreno y Emilio Gómez Vives.

Al principio del régimen de Agustín  Acosta Lagunes, Ignacio Morales Lechuga fue prácticamente, como subsecretario,  el segundo hombre más poderoso aun antes de asumir de manera formal la secretaría de gobierno en sustitución de Raúl Lince Medellín.

A partir de ahí, esa oficina recobró su importancia y, más tarde, Fernando Gutiérrez Barrios  la elevó al rango de secretaría general, y desde esa posición surgió Dante Delgado hacia la gubernatura cuando el Hombre Leyenda fue nombrado secretario de Gobernación por Carlos Salinas de Gortari.

En tiempos de Patricio Chirinos, Miguel Ángel Yunes Linares, aprovechando muy bien la fuerza derivada del cargo,  estuvo a punto de alcanzar la candidatura a gobernador.

Miguel Alemán Velazco les dio su lugar a Nohemí Quirasco Hernández y Flavino Ríos Alvarado, aunque ciertos asuntos políticos los manejaría a través de Alejandro Montano Guzmán, de los subsecretarios de gobierno  o de su secretario particular, Roberto López Delfín.

El estilo impuesto por Fidel Herrera Beltrán rompió paradigmas y no sólo en la secretaría general, donde ha despachado Reynaldo Escobar Pérez a lo largo del sexenio, sino en todas las dependencias gubernamentales, acuerda  con el titular del despacho, con el segundo y a veces hasta con un tercero de a bordo.

Controla  todo y al parecer pretende continuar así hasta donde  se lo permitan.

Hoy no extraña a nadie que a esa dependencia y a su titular les resten  facultades para otorgárselas a la subsecretaría como en el pasado. Así, Erik Lagos concentraría mayor poder político que Gerardo Buganza Salmerón de confirmarse sus nombramientos.

De cualquier modo, contra algunos vaticinios, Javier Duarte de Ochoa será una revelación en cuanto a su estilo personal de gobernar  –como diría Daniel Cosío Villegas— y, aunque lo dejarán maniatado en el primer tramo del sexenio con colaboradores impuestos por Fidel y por compromisos propios de estas lides, más temprano que tarde limpiará la casa y ejercerá el poder a plenitud con su equipo de confianza…  y por el bien de Veracruz.

Está política y moralmente obligado a ello. Los veracruzanos se lo demandan. La historia se lo reconocerá.







Carta a Javier Duarte

Por José Valencia Sánchez


Por teléfono, correo electrónico y de manera personal, he recibido importantes peticiones y sugerencias y aquí resumo las, a mi juicio, más urgentes y valiosas, de veracruzanos preocupados por el estado.

Señor gobernador electo, Javier Duarte de Ochoa, le pedimos, por este medio, que a partir del primero de diciembre enarbole, entre otras, las banderas de la seguridad y el empleo.
Las familias veracruzanas anhelan vivir con tranquilidad y no con el temor de sufrir asaltos, secuestros,  asesinatos u otro tipo de delitos, ni con la angustia de ver partir a sus seres queridos hacia los Estados Unidos ante la falta de oportunidades para trabajar en su tierra.
Son múltiples y complejos los problemas que enfrentará su gobierno, lo sabemos. Pero también estamos ciertos que es usted un joven emprendedor, valiente, preparado, con vocación de servicio, inteligente y, sobre todo, enamorado de Veracruz y deseoso de pasar a la historia como el gobernador modernizador e impulsor del estado hacia adelante, como lo ha repetido en infinidad de ocasiones.

Corrupción e impunidad son despreciables prácticas a las que aparentemente nos hemos acostumbrado. Sin embargo, es posible combatirlas y erradicarlas cuando se tiene voluntad para ello.

 Sea usted, señor gobernador, ese hombre por Veracruz tan ansiosamente esperado y rodéese de colaboradores honestos y eficientes.

Demuéstreles a quienes votaron por usted y a quienes lo hicieron en contra, por qué es el mejor hombre para encabezar el gobierno del estado.

En tiempos de crisis surgen grandes líderes. Si encuentra las arcas oficiales vacías y un estado flagelado por la violencia, reconózcalo y no trate de ocultar situaciones evidentes. No se puede tapar el sol con un dedo.

Es preferible admitir que no vamos todo lo bien que quisiéramos, y luchar por  salir adelante, que pretender engañar al pueblo diciéndole “aquí no pasa nada”, los hechos de sangre son casos aislados o magnificados por los medios de comunicación, y la deuda pública no es tan abultada o, de plano, no existe.

El pueblo no se traga tamañas mentiras. Háblele con la verdad desde el principio y será un gran gobernador.

Veracruz no se inventa cada seis años. Aproveche lo positivo llevado a cabo por sus antecesores, corrija los errores y emprenda su propia ruta, construya su leyenda personal e imprima su sello y estilo.

Señor Duarte, en cada veracruzano convencido de la grandiosidad y nobleza de su proyecto, tendrá usted un potencial aliado.

Saludos, a nombre de los lectores que me pidieron escribiera estas líneas, y vamos para adelante, Javier.





El poder no se comparte

José Valencia Sánchez


Los temas verdaderamente interesantes para los veracruzanos son seguridad y empleo. A ciertos empresarios les preocupan las cuentas por cobrar con el gobierno, y los políticos desean saber quiénes integrarán el próximo gabinete.

Las cifras y el mensaje político del gobernador en su último informe pasan a segundo término. Nadie le pone atención. Habrá quienes finjan interés, pero en realidad asisten para ver y ser vistos o, de ser posible, para saludar al gobernador electo.

El que se va, poco a poco se va quedando solo. Y después del 1 de diciembre, comenzará a sentir en toda su magnitud esa helada y ominosa soledad del que ha cedido el poder.

Asoma su luz un nuevo sol que brillará por seis años. Se llama Javier Duarte de Ochoa y, contra pronósticos de buena o de mala fe, no será un títere manipulado por Fidel Herrera Beltrán.

El poseedor del poder lo ejerce a plenitud, con dignidad y decoro, jamás a medias. El poder, valga la expresión, que no por trillada carece de vigencia, no se comparte.

En el ámbito nacional Luis Echeverría intentó controlar a su casi hermano José López Portillo. El precio fue el destierro hacia lejanas islas.

En años más recientes Carlos Salinas de Gortari pretendió manejar al aparentemente débil Ernesto Zedillo. Quien pagó semejante osadía fue el hermano del ex presidente, Raúl Salinas de Gortari, quien fue encarcelado de manera por demás humillante.

Y si nos vamos más atrás, el ex presidente Plutarco Elías Calles también pagó con el exilio el maximato que pretendió extender hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas, su otrora protegido político.

La historia está llena de lecciones relacionadas con políticos que quisieron perpetuarse en el cargo por sí o interpósita persona. No es posible, al menos no por mucho tiempo.

Unos actúan con energía desde el primer día, y se sacuden de inmediato la sombra del antecesor; otros, dejan transcurrir cierto tiempo y con sutileza van asumiendo el control hasta nulificar por completo al que se resiste a dejar reflectores que ya no le corresponden.

De Fidel Herrera se ha dicho que impuso a Javier Duarte para seguir manteniendo los hilos del poder. Sólo él lo sabe, como sólo Javier sabe si lo permitirá. Una cosa es ser agradecido con quien te apoyó y otra, traicionar a quienes votaron por ti.

Por lo pronto, no es conveniente amarrar navajas entre dos entrañables amigos, el actual y el electo.

Fidel, te deseamos suerte, adonde el destino te lleve o donde tú decidas ir.

Javier, bienvenido y que nos vaya bien a todos los veracruzanos.

Y no olvides, Javier, el clamor generalizado: alto a la inseguridad y la corrupción.
Queremos empleos.



Fidel, candidato…

Por José Valencia Sánchez

No hay duda, Fidel es un hombre con suerte, lo mismo se enfrenta a desastres naturales que a hechos de violencia. Ahora hasta un gran yacimiento de oro fue encontrado en el municipio de Alto Lucero.

Sí, a unos días de entregar el poder Fidel vuelve a acaparar los reflectores con esta buena noticia después de la triple ejecución de Rodríguez Clara, que también fue noticia nacional e internacional.

Sigo su trayectoria desde hace más de 30 años, cuando se inició en tiempos del entonces candidato Luis Echeverría. Era Fidel un joven brillante y siempre pensé que sería presidente de la república.

Hoy aparentemente la edad le impedirá cristalizar su sueño máximo. Sin embargo, de él todo puede esperarse y no sería raro que, contra pronósticos y deseos de sus adversarios, que son muchos,  alcance la candidatura presidencial priista.

Hoy por hoy es uno de los tres potenciales aspirantes más fuertes, junto con Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones  Rivera. Esto sin contar a los de otros partidos, como Marcelo Ebrard, Andrés Manuel López Obrador y Ernesto Cordero.

Ignoro si logrará la candidatura y, en su caso, si ganaría la elección, pero estoy seguro de que está luchando para ello y dará la pelea.

Acaso buscará la senaduría dentro de 2 años, la rectoría de la Universidad Veracruzana o algún cargo público en el ámbito nacional, pero, júrenlo, no se quedará quieto después del 30 de noviembre.

Claro, sus malquerientes, que –insisto— son muchos y algunos bastante poderosos, comentan con ironía y cierta socarronería, que Fidel ya es candidato… para la cárcel.

Para bien o para mal, ya ha dejado una profunda huella de su paso por la gubernatura de Veracruz.

Cuando se estudie, sin apasionamientos, la obra de su sexenio, se sabrá si valió la pena el endeudamiento público y si su gobierno fue ajeno a los actos de violencia, corrupción e impunidad que se han suscitado en estos años en el estado.

Y también conoceremos muy pronto qué futuro le espera a nuestro aún gobernador, Fidel Herrera Beltrán.

(Felicidades a nuestros colegas y amigos del Diario del Sur, de Acayucan, que hoy celebra su 50 aniversario, y de manera especial a doña Yolanda Carlín Roca, la directora general del periódico en el que me inicié como reportero hace 41 años. Era la época de don Leodegario Gutiérrez Castellanos, “Yayo”, fundador del Diario del Sur y de Política, de Xalapa).














No todos lo apoyan

Por José Valencia Sánchez


Se percibe algarabía y júbilo entre los amigos de Javier Duarte, y desilusión y desánimo de yunistas y panistas. A la mayoría de los veracruzanos ni les va ni les viene la decisión del Trife de ratificar al priista como gobernador del estado.

Mientras unos esperaban la resolución favorable a Javier, tal como se dio; otros abrigaban la secreta, aunque remota, esperanza de ver anulada la elección.

Viene la rebatinga por las chambas en el gabinete y las derivadas de éste. El primer círculo del gobernador electo se apresta a cuidar sus espacios, mas también los aún colaboradores y allegados del mandatario saliente lucharán para incrustarse por considerarse con derechos y méritos suficientes como para sobrevivir al sexenio.

Recibí ayer llamadas y mensajes por correo electrónico de lectores inconformes por la decisión del máximo tribunal electoral. Sin embargo, ya nada pueden hacer para revertirla. Sólo permanecer vigilantes.

La vox populi es realmente la voz de Dios. Ya lo decía alguien, si el pueblo al mediodía dice “es de noche”, es preciso encender la luz.

Entonces, Javier Duarte, a escoger y rodearte de los mejores hombres y mujeres para el gabinete. No sabremos si serás un buen o un mal gobernador hasta no verte en funciones.

A partir del primero de diciembre conoceremos al verdadero Javier Duarte de Ochoa. Por lo pronto, estaremos atentos desde nuestras trincheras para opinar sobre asuntos de interés para la sociedad.

El pueblo manda, y siempre tiene la razón… aunque se equivoque.